Capítulo 14:
Un leve rayo de luz entró por mi ventana, lo suficiente para despertarme. Me desperecé poco a poco. ¿Qué hora era? Encontré mi móvil bajo la almohada y lo encendí, la una. ¡La una! El imbécil de Ryan me tenía que haber despertado antes... Entonces me acordé, Ryan no estaba. Miré al techo, tenía que solucionar ese asunto cuanto antes, ya lo echo de menos y solo ha pasado... ¿un día? Ni eso. Me levanté y bajé las escaleras rumbo a la cocina, me puse un cuenco de leche con cereales.
-Manita, eres una dormilona.
Miré a la puerta, allí estaba mi enana favorita con toda su inocencia. Ella no sabía nada de lo de Ryan, ella es feliz, a veces la envidio.
-Raquel, ¿dónde están papá y mamá?
-Han ido a ver a los Saez.
Los Saez... mi futura familia. No pude evitar pensar en Carlos, él es mil veces mejor que el idiota de Diego, ¿por qué a mi? ¿por qué?
-¿Quieres desayunar conmigo?
-¡Siii! -gritó la pequeña a la vez que se abalanzaba sobre mi.
Puse otro cuenco de leche, este más pequeño y lo dejé en la mesa al lado del mío. Raquel sonreía, como siempre, esta enana está siempre con una sonrisa en la cara, no sé cómo lo hace. Desayunamos y luego recogimos todo entre las dos.
-¿Dónde esta Ryan? -preguntó Raquel mientras me miraba fijamente.
-Está... -se me hizo un pequeño nudo en la garganta.- Está con Jade.
-Jo... dijo que me llevaría al parque. -su sonrisa permanente se desvaneció por un instante y miró al suelo.
-¿Te vale si te llevo yo al parque o tenía que ser Ryan? -dije provocando que levantará la vista.
-Hombre, Ryan está más bueno pero...
-¡Raquel!
-¿Qué? Es lo que dicen mis amigas.
-Venga anda, ve a cambiarte. -dije sin poder evitar reírme por las ocurrencias de mi hermana.
Raquel subió corriendo las escaleras, yo escribí una nota avisando de que íbamos al parque, por si mis padres volvían antes que nosotras. Después subí a mi habitación. Me puse unos vaqueros, una camiseta azul marino y unas parisinas negras, no hacía falta arreglarse mucho para ir al parque, así que me peiné y fui a la habitación de mi hermana.
-¿Pero como puedes ser tan tardona? -dije llamando a la puerta.- ¿Raquel? -me asomé al ver que no respondía.
-¡Estoy aquí! -me contestó desde el baño de mis padres.
-¿Pero qué haces ahí? Mamá te ha dicho mil veces que... -entonces la vi, intentando maquillarse sin mucho éxito con las pinturas de mi madre.- ¡Pero Raquel! ¡Mira como te has puesto! -dije entre risas, ¡tenía la cara que parecía un mapache!
-¿Qué pasa? Tú lo haces siempre que sales, ¡yo también quiero estar guapa!
-Pero si tu estas guapa siempre, pequeña. -le dije sin poder parar de reír.- Ven anda, que te arreglo.
Le limpié la cara como pude, me costó mucho quitar los restos de rímel de su nariz, porque cada vez que lo intentaba le entraba la risa y acabábamos las dos en el suelo muertas de risa. Cuando al fin le quité todo el maquillaje de la cara, salimos de casa.
-¿Cómo es que te me has puesto tan mona? ¿Quién hay en el parque? -le pregunté sonriendo a la enana.
-Nadie...
-A lo mejor Manu...
-¡No me gusta Manu! ¡Es tonto!
-Bueno, bueno... pues es muy guapo.
-Para ti todo.
-Es un poco pequeño para mi, ¿no crees?
-Es tonto... -afirmó sonriendo mientras miraba hacia el parque.
Llegamos y Raquel se fue corriendo hacia los columpios, que acababan de quedar libres. En ese momento, Manu se acercó también a los columpios y se montaron juntos. A lo lejos vi la mirada de Raquel clavada en mi, diciéndome: 'Manu es tonto'. No pude evitar reírme, estos niños... Entonces vi a Jade pasar por un camino de al lado del parque, andaba deprisa, mirando hacia los lados nerviosa... Entonces vi que se acercaba a un chico, por un momento pensé que podía ser Ryan, pero no, no era Ryan. Le dijo algo al oído y le miró seriamente. Me lanzó una pequeña mirada, sí, ahora sí que me había visto. Le dijo al chico y se fueron rápidamente. Un poco raro todo... ¿Ahora estaría con ese chaval? No creo que se haya olvidado ya de mi hermano, no ha pasado ni un día... Sería un amigo. Volví a mirar a Raquel, ahora estaba con Manu jugando en el tobogán, estaban intentando tirarse los dos a la vez y acabaron en el suelo riéndose. No me ha salido lista ni nada la enana esta... Me senté en el banco y cogí en móvil, vi el WhatsApp de Carlos exigiendo una cita decente. Esta tarde le llamaría.
Pasó casi una hora y decidí que era el momento de volver a casa. Llamé a Raquel, que vino corriendo hacia mí llena de arena.
-¿Habéis estado haciendo la croqueta por el suelo o algo?
-¡No! -me contestó sonriente- Es que el tonto de Manu me cayó del tobogán...
-Ya, ya...
-¡Es verdad! Pero luego me pidió perdón y me dio un abrazo.
-Pues no va a ser tan tonto el chaval.
-Si que lo es. -afirmó riéndose.
Llegamos a casa justo a tiempo, mis padres acababan de llegar. Mandé a Raquel a darse una buena ducha y saludé a mis padres.
-Alba, hemos estado en casa de los Saez. -informó mi madre.
-Lo sé, me lo ha dicho Raquel.
-Diego te ha visto con un chico en la puerta de casa -dijo mi padre clavando sus ojos en mí.
-Es... un amigo del conservatorio. -intenté defenderme.
-Te ha visto besarle.
Ya está, ya se había liado. Sabía que esto pasaría... ¡El idiota de Diego había vuelto a vigilarme! No sabía que decir, miré al suelo pensando alguna excusa rápida y eficaz, pero me había quedado sin ideas.
-¿Cuántas veces tengo que decirte que no puedes salir con ningún chico? ¡Estás prometida! -estalló mi madre enfadada.
-¿Es que yo no puedo opinar? ¡Siempre lo que vosotros digáis! ¡Dejadme vivir! -le espeté mientas subía corriendo las escaleras hacia mi habitación.
-¡No le hables así a tu madre! -oí la voz de mi padre desde abajo- ¡No vas a volver a salir de casa!
Dí un portazo con todas mis ganas y apoyé la espalda contra la puerta. Me dejé caer poco a poco en el suelo y enterré la cara en mis rodillas a la vez que dejaba que las lágrimas fluyeran sin parar. ¿Por qué me hacían esto? ¿No pueden dejarme vivir una vida como cualquiera de mi edad? ¿No pueden? El móvil vibró tímidamente en el bolsillo de mi pantalón. Lo cogí y vi que tenía un WhatsApp de Carlos:
''Entonces quedamos hoy, ¿no? ¿A qué hora te paso a buscar?''
Las lágrimas caían ahora con más fuerza que antes. Me habían castigado sin salir... no podría verle... Además Carlos no sabía nada de Diego, ¿qué iba a hacer yo ahora?
''Hoy no me dejan salir mis padres... Ya hablaremos otro rato.''
Justo en ese momento me llegó un WhasApp de Diego:
''¿Qué? ¿Hoy no sales con tu rubito? Ah claro, estarás castigada sin salir... Si quieres voy a hacerte compañía ;).''
La rabia me invadía a cada palabra que leía, simplemente le contesté:
''Muerete.''
Dicho esto apagué el móvil y me eché en la cama. Hoy sería un día muy largo... Encendí el portátil, Rebeca y Natalia me estaban llamando por Skype. Me limpié los ojos como pude para que no se dieran cuenta de que había estado llorando, no quería preocuparles. Acepté la llamada.
-Hola chicas, ¿qué tal?